Poesías de la Tierra del Pan


CUANDO VUELVA, SI VUELVO…


Cuando vuelva, si vuelvo, he de ser consciente
del regalo inmenso de un retorno anhelado
durante tanto tiempo que perdí la cuenta,
tal vez desde el instante mismo
en que mis ojos manaron sangre y agua
mientras dejaba atrás los campos, el rio,
la iglesia, el olor a pueblo…
y me iba alejando mansamente
a otro mundo que tildaban de civilizado.
Allí asumían costumbres diferentes,
trazas modernas, un sinfín de guiones
para vivir, sobrevivir o seguir tirando;
todo estaba al alcance de la mano
como si no existieran cotos ni limitaciones.
Tu dueño eras tú mismo, nadie protegía
la sombra que dejabas ni aliviaba
el dolor que tu espalda pudiera soportar;
eras invisible, mudo, inmerso en una soledad
casi infinita, pero eras moderno, de ciudad, de urbe.
Tu mente comparaba las manos de aquellos
que se jactaban de trabajar duro:
manos blandas, manos suaves, manos blancas,
con aquellas otras que tanto habías escudriñado:
encallecidas, rudas, vastas, arrugadas, secas…
que estrechaban el afecto con dureza,
y mirabas unos ojos que expresaban el alma misma
cuando la palabra enmudecía y todo sin palabras se trataba.
Aquí se da la mano a cualquiera, es solo un gesto,
una pose sin importancia, estudiada y vana
que señala un instante de vacío, una fórmula social
sin mayor énfasis.
Echo de menos tantas cosas pequeñas y grandes
que cuando vuelva, si vuelvo,
estrecharé manos cálidas, leeré en los ojos,
hablaré sin prisas, tan solo lo justo
y viviré en paz, sin empalago ni artimañas.


Mª Soledad Martín Turiño