IMPRESENTABLES

Que sigan de rodillas, que lastimen
las conciencias de los más apocados
como han hecho siempre, sin remordimientos
ni pesadumbre por atacar al débil;
así son sus vidas, fagocitan
al pequeño, al indefenso, al frágil,
y se hinchan sin saciarse nunca
porque son insaciables.

Me apenan esas mentes tan cortas
que solo brillan entre la penumbra,
que palidecen a la luz de los valientes
donde se manifiesta su escasez de miras
por la debilidad que les acomete,
porque son el eco de una balada triste,
se mueven con la parsimonia de los petimetres,
caminan henchidos de un gozo inefable
y entre ellos se regodean como si fueran
los amos de un mundo aparte.

Lamento aquel sobre quien posen sus garras,
le desplumarán en vida y sin miramientos
para grabar otra muesca en su trofeo;
maldita la hora en que alguien rió sus gracias
y les hizo más fuertes en su cruel locura.

Nacieron débiles, se convirtieron en monstruos
y viven para matar las conciencias más puras,
a los parias de todo desarraigados,
aquellos que no comulgan con sus ideas
o quienes por algo cayeron en desgracia;
todos forman parte de su triste aquelarre
y en ellos ceban su visceral encono
para aguijonear sin miramiento alguno
cuerpos y almas de unos y otros.

Mª Soledad Martín Turiño