¡QUÉ AGRADABLE ERA!

I
Como recuerdo, mamá,
Los días lejanos
De mi corta infancia
Y los días lejanos
Del invierno frío,
Cuando nos leías,
A todos tus hijos,
Historias pasadas;
Cuando todos juntos,
Dentro de tu casa,
Allí reunidos
De Dios nos hablabas.

Que feliz te hallabas
Cuando yo impaciente,
Inocente, diáfana,
Mamá, interrumpía
Tu elocuencia clara
Para preguntarte,
Con preguntas vanas,
Qué son las estrellas
Y el porqué del agua.

Y tú sonriente, madre mía,
Tenías la respuesta exacta.

Que agradable era
Sentarse
Al amor de tu lumbre,
Y escucharte
Al calor de tus brasas
Y tú, madre mía,
Que contenta estabas
Viéndonos a todos,
Siempre tan unidos,
Dentro de tu casa.


II

Después que han pasado
Jornadas tan largas,
Cuando ya no estamos
Unidos en casa:
¡Has pensado, madre,
Que ya no te amaba!
¡Acaso no sabes
Que cada arruga,
Cada pliegue
Frunciendo en tu cara,
Son como saetas
Rompiéndome el alma!
A mis ojos fluyen
Dos gotas amargas
Que pronto se secan,
Al ver en tu cara,
La mirada serena,
De Dios reflejada,
En blanca sonrisa
De frente surcada.


Josefina Pelayo Fernández (Muelas del Pan, 1943) (Escrito a 23/07/1975)